ECOGRAFÍA DE CUELLO

La ecografía de cuello utiliza ondas sonoras para producir imágenes de glándulas salivales principalmente mandibular y parotídea, linfonódulos regionales, glándula tiroides y de manera menos precisa paratiroides.

Los vasos sanguíneos que pueden verse por ecografía son las venas yugulares, las arterias carótidas comunes y sus respectivas ramas.

En relación a la glándula tiroides, la ecografía no solo nos permite observar su forma, contornos y ecoestructura sino que también se puede evaluar volumen tiroideo. Este último dato es de utilidad ya que puede estar alterado en pacientes hipotiroideos.

La ecografía de cuello puede servir también para explorar bultos blandos o nódulos detectados durante un examen físico. No es un buen método para visualizar tejidos óseos, ya que el hueso no permite el pasaje del ultrasonido; tampoco para evaluar tráquea ya que solo puede explorarse en su pared cercana al transductor, debido a que el aire causa artefactos que no permiten ver de manera completa a la misma. No es un método de elección para estudiar el esófago,  ya que al igual que la tráquea, al contener  gas, puede ser dificultosa su exploración; por otro lado sólo es evaluable en su porción cervical.

Para la realización de la misma, el animal puede estar parado, acostado o sentado siempre y cuando mantenga bien extendido su cuello lo más derecho posible. En general es necesario rasurar la zona a explorar por donde se deslizará un dispositivo llamado transductor, que generará ondas de ultrasonido  hacia los tejidos blandos del cuello, las cuales serán transformadas en imágenes en el monitor del ecógrafo.

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